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El derecho y el deber de ejercer nuestra profesión con libertad e independencia

juan antonio repetto presidente cacm

Dr. Juan Antonio Repetto López. Presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Médicos

Los profesionales que ejercen la medicina se ven sujetos a una serie de deberes y obligaciones que les vienen impuestos por las leyes, los conocimientos profesionales, la lex artis y los diferentes protocolos de actuación, las guías clínicas, etc. y por un código de deontología que recoge unas normas de ética de las que los mismos profesionales nos hemos dotado para ordenar un correcto ejercicio de nuestra profesión.

Muchos deberes pero sin duda necesarios para la correcta protección de los ciudadanos a los que nos debemos, y que generan una serie de derechos, que como mínimo deben garantizar y posibilitar el correcto cumplimiento de esos deberes que se nos exigen, ya sea en nuestra actividad profesional pública o privada.

El primer y fundamental deber de un médico es el de desarrollar una correcta actuación profesional, técnicamente impecable pero también humana, y ajustada a las exigencias éticas que nos hemos autoimpuesto.

Pero el cumplimiento de este deber básico genera unos derechos indispensables e irrenunciables. Por un lado, es fundamental que el médico pueda ejercer su profesión de forma libre y sin presiones de ningún tipo, especialmente por parte de sus empleadores, pero también de las empresas farmacéuticas, de sus inmediatos superiores jerárquicos, incluso de los propios pacientes, en ocasiones hiperdemandantes.

El médico, pilar fundamental del sistema sanitario, tiene el derecho y el deber de ejercer su profesión con libertad e independencia, para garantizar así los derechos de los pacientes. Igualmente relacionados con el necesario cumplimiento de este deber están el derecho irrenunciable a la libre prescripción y a la objeción de ciencia y de conciencia, que a su vez generan otros deberes al médico como el de respetar la voluntad libremente expresada por el paciente y el de ser eficiente con los recursos que la sociedad pone a su disposición.

Pero para poder ejercer de forma correcta y digna su profesión, el médico necesita hacerlo en unas instalaciones correctas y dignas, que se ajusten a unas normas básicas de seguridad e higiene y permitan la necesaria intimidad de la relación médico/paciente y la posibilidad de preservar de forma efectiva el secreto profesional.

Otro deber fundamental del médico es el de estar permanentemente al día en los conocimientos y las técnicas de su profesión. Es este un deber que dimana del derecho de los pacientes a recibir la mejor asistencia sanitaria posible, pero que también genera el derecho en el médico a recibir una formación profesional continuada y de calidad, que la Ley dice que debe ser proporcionada y facilitada por su empresa y en horario laboral.

En este sentido, los Colegios de Médicos y los Consejos Autonómicos y General ponemos diariamente toda nuestra atención y esfuerzo en ofrecer a nuestros médicos múltiples oportunidades de formación. Aun así, necesitamos de una mayor colaboración del Servicio Público de Salud y de los diferentes empleadores privados para facilitar esa formación.

Directamente relacionado con este deber, está el derecho a que el médico pueda desarrollar de forma efectiva su Carrera Profesional, cualquiera que sea el ámbito en el que ejerce su profesión y a que esta carrera esté públicamente reconocida y adecuadamente remunerada. En esa línea se viene promoviendo desde la Organización Médica Colegial sistemas de Desarrollo Profesional Continuo en colaboración con las sociedades científicas. En idéntico sentido, el médico tiene derecho a participar en actividades de investigación y docencia como parte importante de su desarrollo profesional.

Todos coincidimos en que la profesión médica es la mejor valorada por la población. Sin embargo, no es éste el sentimiento que hoy tiene el médico, quien alberga la profunda convicción de que su labor no está suficientemente reconocida ni por las administraciones ni por los propios ciudadanos.  Fenómenos como las agresiones a facultativos y la situación laboral actual, con unos  elevados índices de paro, de precariedad y con unas retribuciones por debajo de las medias europeas, contribuyen a esta percepción.

El médico tiene derecho al reconocimiento que corresponde a su ejercicio y a su dedicación, y es merecedor de un trato acorde a la autoridad propia de su profesión y una adecuada valoración por parte de sus empleadores, de los pacientes, de sus propios compañeros y de los otros profesionales sanitarios.

En la relación médico-paciente ha de haber un equilibrio entre los derechos y deberes de ambos, con una relación respetuosa por las dos partes, y en este sentido el médico tiene derecho a ser libremente escogido por sus pacientes y también a poder renunciar libre y razonadamente a asistir a un determinado paciente, por supuesto garantizando su asistencia por otro profesional. Es indispensable que la relación médico-paciente esté basada en la confianza mutua.

Otro deber fundamental del médico es el de mantenerse sano y en condiciones físicas y psíquicas adecuadas para un correcto ejercicio profesional. Desde los Colegios Profesionales pretendemos constatar y garantizar este deber mediante la Validación Periódica de la Colegiación y, en caso necesario, tenemos activado, con la colaboración inestimable de la Fundación para la Protección Social de la OMC y de la Consejería de Salud, un Plan de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), que en un altísimo porcentaje ampara a este médico, lo trata, lo recupera y lo reintegra a su puesto de trabajo en condiciones óptimas.

Pero una vez más este deber conlleva el derecho a un reconocimiento por Salud Laboral y que éste se adapte a las características de su puesto de trabajo, recogiendo en su valoración los riesgos inherentes a su actividad.

El profesional de la medicina tiene, como cualquier trabajador, unos derechos laborales. La inestabilidad en el empleo y los contratos basura son algunos de los principales problemas que afectan a la profesión médica, agravados por las diferencias de las condiciones laborales y retributivas entre las comunidades autónomas.

Los médicos, como otros profesionales sanitarios, tienen derecho a la estabilidad laboral y a percibir unas retribuciones dignas, acordes con su responsabilidad y con su esfuerzo, adecuados a los objetivos de su profesión, que no son otros que la protección y la defensa de la salud.

Tienen igualmente derecho a recibir una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo sobre los riesgos generales en el centro sanitario y aquellos que se  derivan de su trabajo habitual. Tienen igualmente derecho a la información y a la formación específica en esta materia conforme a lo dispuesto en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.

Tienen derecho a la movilidad voluntaria, a la promoción interna y al desarrollo profesional, así como al descanso necesario que les permita desarrollar con dignidad y con efectividad su trabajo.

Es sumamente importante que se respete el derecho del médico a su dignidad e intimidad personal en el trabajo y a ser tratado con corrección, consideración y respeto por sus jefes y superiores, por sus compañeros y por sus subordinados.

La dedicación del médico es, en sí misma, un compromiso con la salud, con la sostenibilidad del sistema sanitario y con la sociedad, por lo que tiene el derecho y la obligación de participar en la planificación, el desarrollo y en los diferentes niveles de gestión sanitaria a fin de priorizar la salud por encima de cualquier otro interés.

El médico debe cumplir con la Ley pero al mismo tiempo tiene la potestad y le asiste el derecho a reclamar que se le procuren las herramientas que necesita para cumplir con esos deberes.

El médico, en fin, debe poder ejercer todos estos derechos sin miedo y sin presiones y así, sintiéndose protegido, valorado, escuchado, podrá ofrecer una mejor atención al ciudadano, que en definitiva es lo que todos deseamos y pretendemos.

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