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¿Es ética la Eutanasia?

Dr. Jaime Aparicio Santos. Presidente de la Comisión de Deontología del COMCADIZ

Con motivo de la Proposición de Ley sobre Eutanasia y Suicidio asistido que el actual Gobierno de España pretende tramitar en el Congreso de los Diputados, se ha originado una controversia entre partidarios y detractores de dicha práctica, a pesar de que en la actualidad no existe una auténtica demanda de ello entre la población.

Es verdad que cuando los medios de comunicación se hacen eco de determinados casos aislados, de enfermos que están en una situación de enfermedad terminal o invalidante, que han manifestado su intención de no querer seguir viviendo, se avivan las opiniones tanto a favor como en contra, esta últimas en aras de una supuesta actitud compasiva ante el sufrimiento. En ocasiones, son casos en los que se pide suprimir tratamientos o cuidados que, desde el punto de vista médico pueden incluso ser inútiles y que representan lo que conocemos como “obstinación terapéutica”.

Esto es éticamente aceptable y es una forma de dejar que la enfermedad siga su curso natural, evitando prolongar la vida de una forma artificial con procedimientos que no van a conseguir modificar su curso. En otros casos pudiera ser la expresión del enfermo de no querer continuar viviendo por padecer sufrimientos para él insoportables. Ahí, la medicina actual tiene sobrados medios para evitar esa situación. Está demostrado que, en la inmensa mayoría de los casos, cuando un enfermo dice “no quiero vivir”, lo que está diciendo realmente es “no quiero vivir ASÍ”. Y ese ASÍ se puede evitar teniendo a mano como tenemos la Medicina Paliativa.

Todos tenemos miedo al sufrimiento y al dolor. Y, en el momento actual, esto se puede evitar con los cuidados que presta esta especialidad médica. Por tanto, lo lógico sería que, antes de pensar en legislar sobre la Eutanasia o el Suicido con ayuda médica, se legislara de forma que toda la población tuviera acceso a unos cuidados paliativos de calidad. Estos cuidados se deben prestar a todos los enfermos que estén en situaciones terminales y no se disponga de tratamientos curativos. La finalidad del médico, cuando pueda, es curar, aliviar a veces y consolar siempre. Ese alivio y ese consuelo lo proporciona la Medicina Paliativa, que no solo atiende al enfermo propiamente dicho, sino que también lo hace con su entorno familiar, que también sufre. Atiende a sus necesidades personales, familiares, sociales y espirituales si las demanda; a fin de que su final se produzca en paz y con la dignidad que merece todo ser humano. En esas necesidades personales se encuentra el control de los síntomas que no se pueden controlar con los medios habituales, que por eso se llaman síntomas refractarios. Son el dolor, la disnea, náuseas, vómitos, pánico, angustia, etc.  los sufrimientos que controla la sedación paliativa.

La sedación paliativa consigue controlar esos síntomas con la administración de la dosis mínima de medicamentos necesarios para ello, aunque por eso, hipotéticamente, se pudiera derivar un acortamiento de la vida. Por tanto, no tiene por qué haber ningún tipo de sufrimiento y la enfermedad sigue su curso natural hasta que llega el final.

A diferencia de lo dicho, la EUTANASIA es “la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a petición expresa de esta y en un contexto médico”.

Otra posibilidad que contempla la futura Ley el es SUICIDIO MÉDICAMENTE ASISTIDO,que es “la ayuda médica ante la solicitud de un enfermo, de proporcionarle los fármacos necesarios para que él mismo se los administre”.  Llama la atención que cuando vemos que una persona intenta quitarse la vida, hacemos todo lo posible por evitarlo, mientras que, en estos casos, no solo no lo evitamos, sino que le proporcionamos los medios para que lo haga. ¿Es que aceptamos que esa persona, en esa situación, basados en una falsa compasión, no debe seguir viviendo?

La Comisión de Deontología del Consejo Andaluz de Colegios Médicos, en noviembre de 2019, publicó un posicionamiento con respecto a la Eutanasia y el Suicidio asistido medicamente, apoyándose en lo que la Ética médica reconoce desde los tiempos de Hipócrates y se ha mantenido en la más moderna Declaración de Ginebra, así como en la más reciente 70ª Declaración adoptada por la Asociación Médica Mundial celebrada en octubre de 2019. En esta Declaración se reitera “el compromiso con los Principios de la Ética Médica y con la persistencia de mantener el máximo respeto por la vida humana, oponiéndose firmemente a la Eutanasia y al Suicidio asistido con ayuda médica, manifestando, además que ningún médico debe ser obligado a participar en ellos o a tomar decisiones con ese fin.

Por todo ello, creo que tenemos que ratificar lo que está indicado en nuestro Código de Deontología en su artículo 5.1 y que es de obligado cumplimiento para todos: “La profesión médica está al servicio del ser humano y de la sociedad. Respetar la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad, son los deberes primordiales del médico”.  Una persona enferma, sufriente, en los últimos momentos de su vida no pierde por ello su dignidad como ser humano sea cual sea su situación y, además, puede y debe tener a su disposición los medios que le eviten sufrimientos innecesarios para que pueda descansar en paz.

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