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Los deberes del médico son plenamente efectivos si se respetan por igual sus derechos

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En el Día de la Profesión Médica

Juan Antonio Repetto López. Presidente del Colegio de Médicos de Cádiz

Los últimos días de junio son siempre fechas muy especiales para nuestro Colegio. Celebramos en la festividad de la patrona el día de nuestra profesión y rendimos homenaje a la colegiación. Este 2021 es de nuevo un año en que los condicionantes de la pandemia hacen que lamentablemente volvamos a echar de menos el encuentro entre compañeros y que el merecido tributo a nuestros Colegiados Honoríficos y a los que cumplen 50 años de dedicación a la Medicina, así como la entrega de premios, becas y ayudas del Colegio deban hacerse en la distancia física pero en la cercanía del agradecimiento por el valor de sus aportaciones a la profesión que compartimos.

El reconocimiento a los colegiados que cumplen ya una dilatada trayectoria profesional y de compromiso con la Medicina tiene a la vez por estas fechas un carácter de bienvenida, al recibir y acoger a los nuevos médicos residentes que ahora se incorporan a sus plazas en los centros de nuestra provincia. Queremos que se sientan desde el principio activos partícipes de la ingente actividad que desarrolla su Colegio y amparados en ese contacto directo y ya pleno con su profesión que les será para siempre inolvidable.

Con el deseo de recuperar cuanto antes esa cercanía, y al mismo tiempo como un mensaje común a todas las generaciones de médicos que forman la familia colegial, queremos seguir transmitiéndoos la trascendencia y la vigencia de esos lazos de compañerismo y de permanente compromiso con nuestra profesión.

Los médicos nos hemos debido siempre a un juramento que todos hemos asumido. Aquellas palabras de Hipócrates pronunciadas en voz alta por tantas promociones de médicos han devenido en sucesivas y necesarias revisiones, la última de ellas realizada en 2017. Esta ‘Promesa del Médico’, hoy en vigor, proclama:

PROMETO SOLEMNEMENTE dedicar mi vida al servicio de la humanidad;

VELAR ante todo por la salud y el bienestar de mis pacientes;

RESPETAR la autonomía y la dignidad de mis pacientes;

VELAR con el máximo respeto por la vida humana;

NO PERMITIR que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mis pacientes;

GUARDAR Y RESPETAR los secretos que se me hayan confiado, incluso después del fallecimiento de mis pacientes;

EJERCER mi profesión con conciencia y dignidad, conforme a la buena práctica médica;

PROMOVER el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;

OTORGAR a mis maestros, colegas y estudiantes el respeto y la gratitud que merecen;

COMPARTIR mis conocimientos médicos en beneficio del paciente y del avance de la salud;

CUIDAR mi propia salud, bienestar y capacidades para prestar una atención médica del más alto nivel;

NO EMPLEAR mis conocimientos médicos para violar los derechos humanos y las libertades ciudadanas, ni siquiera bajo amenaza;

HAGO ESTA PROMESA solemne y libremente, empeñando mi palabra de honor

En esta base moral el medico expresa la convicción de sus deberes, y es coherente con el Código de Deontología del que nosotros mismos nos hemos dotado, que es de obligado cumplimiento y que también ha ido incorporando la nueva realidad de una asistencia en continua y veloz actualización, con sus dilemas y, de nuevo, con sus deberes para los médicos.

Siempre he mantenido que la exigencia de cumplir con nuestras obligaciones con los pacientes tiene que contar de forma ineludible con la imagen, a modo de espejo, de unos derechos para el médico, igualmente respetables, que hagan efectivos y plenamente viables los deberes a los que se obliga.

Así, a nuestro deber como médicos de desarrollar una correcta actuación profesional, le corresponden los derechos de poder ejercer nuestra profesión de forma libre y sin presiones. A nuestros deberes de respetar la voluntad de los pacientes y de ser eficientes con los recursos que la sociedad pone a nuestra disposición, le deben corresponder por igual nuestros derechos a una libre prescripción y a la objeción de ciencia y de conciencia, igualmente irrenunciables.

Para ejercer de forma correcta y digna nuestra profesión, debemos poder disponer en la misma medida de la necesaria intimidad en nuestra relación médico/paciente y de preservar de forma efectiva el secreto profesional. En esa relación médico-paciente, que es única y basada en la mutua confianza, los médicos tenemos derecho a ser libremente escogidos por nuestros pacientes como depositarios de su salud pero de forma recíproca los médicos hemos de poder renunciar libre y razonadamente a asistir a un determinado paciente una vez garantizada su asistencia por otro profesional.

Para cumplir con nuestro deber fundamental de estar permanentemente al día en los conocimientos y las técnicas de nuestra profesión, tenemos el derecho de recibir una formación profesional continuada y de calidad, garantizada por Ley, desarrollar de forma efectiva nuestra Carrera Profesional, públicamente reconocida y adecuadamente remunerada, y a participar en actividades de investigación y docencia como parte importante de este desarrollo profesional.

Nuestro deber es mantenernos en condiciones físicas y psíquicas adecuadas para un correcto ejercicio profesional conlleva nuestro derecho a un reconocimiento por Salud Laboral que se adapte a las características de cada puesto de trabajo y que valore los riesgos inherentes a nuestra práctica profesional.

Como cualquier trabajador, tenemos derecho a una estabilidad laboral y a percibir unas retribuciones dignas, acordes con nuestra responsabilidad y esfuerzo, adecuados a nuestro deber de protección y defensa de la salud. Tenemos derecho a recibir una protección eficaz en materia de riesgos, seguridad y salud en el trabajo. tenemos derecho a la movilidad voluntaria, a la promoción interna y al desarrollo profesionalasí como al descanso necesario que nos permita desarrollar nuestra labor con igual efectividad como dignidad.

La festividad de la profesión médica en estos días es buena ocasión para recordar el valor del compañerismo que antes mencionaba y el elevadísimo grado en que los médicos cumplimos con nuestros deberes. La pandemia ha hecho patente esa autoexigencia a la que nos obligamos a diario, también antes de esta crisis sanitaria. Pero sobre todo es una oportunidad para volver a reivindicar también nuestros derechos y a ejercerlos sin miedo y sin presiones, sintiéndonos protegidos, valorados, escuchados, y, de una vez por todas, dignificados.

(La imagen que ilustra este artículo corresponde al acto central de la Patrona del COMCADIZ 2019)

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