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La Atención Primaria ha muerto… ¡Viva la Atención Primaria!

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La Medicina de Familia ha muerto… ¡Viva la Medicina de Familia!

Dr. Juan Antonio Repetto López. Presidente del Colegio de Médicos de la Provincia de Cádiz

Permítanme que titule esta reflexión emulando las palabras que se solían decir ante el fallecimiento de un Rey y la consecuente proclamación de uno nuevo, que podía ser mejor o peor que el anterior pero nunca igual.

Que la Medicina de Familia, tal y como venía siendo considerada, ha muerto es un hecho, o al menos lo es que está agonizando, en estado terminal. Ni los pacientes, ni seguramente la administración y desde luego ni los profesionales estaban contentos con ella.

Se había extendido como un primer mal síntoma de la enfermedad degenerativa de la Medicina de Familia la idea de que los Centros de Salud eran un lugar al que acudir cuando se quiera y para lo que se quiera, sin ningún tipo de cortapisas, ya que “para eso pagan”, y sin que ninguna de las administraciones sanitarias, hasta ahora, hayan puesto ningún tipo de criterios (límites), ya que “el cliente” siempre tenía la razón y podía usar la Sanidad Pública a su antojo provocando, obviamente, una sobrecarga inasumible por los profesionales de dichos Centros a todos los niveles.

Como respuesta, las distintas administraciones no habían hecho más que ir parcheando a salto de mata y según se iban agudizando los problemas, sin acometer “de verdad” una auténtica reforma de la Atención Primaria, que por un lado satisficiera las necesidades asistenciales reales de la población y por otro permitiese a los profesionales de la salud ejercer su labor a plena satisfacción, con ilusión, dedicación y con máxima eficiencia.

Los profesionales de la Atención Primaria (Médicos y Pediatras) poco a poco fueron perdiendo aquella ilusión con la que empezaron su ejercicio profesional, aquella vocación y entrega. Estaban en su mayoría, “quemados”, y esto les hacía muy difícil el realizar día a día una atención adecuada a sus pacientes tal y como ellos desearían y consumiendo una enorme cantidad de tiempo y de recursos en labores que realmente no les correspondían y que desde luego no habían contemplado cuando se formaron en unas especialidades tan bonitas como la Medicina Familiar y “Comunitaria” o la Pediatría extrahospitalaria.

Aunque podríamos hablar horas y escribir cientos de folios, la realidad es tozuda y clara y, como se suele decir, entre todos la mataron y ella sola se murió. Ni pacientes, ni administración ni profesionales estaban contentos con esta agonía que duraba ya demasiado y a la que no se veía salida alguna.

Por si nos quedaba alguna duda, el último botón de muestra ha sido la elección (la no elección) de plazas MIR de esta especialidad en la última convocatoria. Si unimos a esto la fuga de profesionales, las jubilaciones, quienes ya con su plaza renuncian a ella para presentarse de nuevo al MIR y hacer otra especialidad… el futuro adquiría así un color…digamos oscuro, si es que existía algún futuro y si este podía tener un color diferente.

Pero como decía al comienzo, ¡Viva la Atención Primaria! ¡Viva la Medicina de Familia! Tenemos, entre todos, que componer un nuevo concepto de lo que es, lo que debe ser, la Atención Primaria.

La población (imprescindible) tiene que ser formada y concienciada de lo que es un Centro de Salud, se le tiene que informar de cómo, cuándo y para qué debe o puede acudir al mismo, cuáles son sus derechos, cuáles sus obligaciones y, como corresponsables en salud, cuáles las limitaciones. Esto es muy difícil, lo sé, pero es indispensable.

Para que la nueva Atención Primaria de Salud, sucesora de la que ya ha dejado de existir, pueda ser proclamada, las Autoridades Sanitarias deben asumir de una vez por todas una completa y profunda reforma de este primer nivel asistencial, comenzando por un presupuesto adecuado a lo que se pretende conseguir, con un replanteamiento de las verdaderas necesidades de según qué tipo de profesionales, de una correcta distribución de competencias, comenzando por el estamento administrativo, auxiliar, enfermería, médicos… sin que ello deba llevar a una asunción de competencias por alguno de ellos fuera de las que legalmente (y lógicamente) tienen asignadas por Ley.

Por parte de los profesionales, y desde mi posición me refiero sobre todo a los Médicos de Familia y Pediatras de Atención Primaria, deberán cambiar su ‘chip’ actual y entrar de lleno en una nueva Atención Primaria, en una nueva Medicina de Familia “y Comunitaria”, la que estudiaron, aquella con la cual soñaron ilusionados, de plena atención a sus ciudadanos sin otro tipo de presiones sobre todo burocráticas, centrándose en los problemas clínicos de sus pacientes, garantizando su formación continuada, interviniendo en programas de investigación, de prevención y de formación sanitaria a la ciudadanía, completando y actualizando su carrera profesional, etcétera y obviamente con una retribución acorde con su alto grado de competencia y la importancia social de su labor profesional y que sea equiparable entre las comunidades autónomas y con el resto de la Unión Europea.

Ya, ya sé que esto es muy difícil y por eso, desde el Colegio Oficial de Médicos, “únicos representantes de la profesión”, nos ofrecemos una vez más y con más insistencia que nunca a colaborar activamente en el nacimiento de esta nueva Atención Primaria, con todo lo que haga falta, pues consideramos que efectivamente una buena Atención Primaria es absolutamente esencial para la salud de la población en general y también para la de los Médicos que la ejercen.

Así pues, termino como empecé. Demos por dignamente fallecida la Atención Primaria actual y luchemos todos por una nueva Atención Primaria, por una nueva Medicina de Familia, como los Médicos soñamos y como la Sociedad nos demanda.

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